"Y2K"

Posted by MARIA SANTIAGO on

La noche del 31 de diciembre de 1999, todos a nivel mundial esperábamos ansiosos la llegada del nuevo año; en especial porque sería el comienzo de un milenio, otro siglo, año 2000.  Pocas personas esperaban que el nuevo año fuera uno espectacular, lleno de regalos y con maravillosas experiencias por vivir. En su gran mayoría, vaticinaban para ese 1ro de enero del año 2000 desastres naturales, el fin del mundo y hasta un caos en la informática.

Famoso “Y2K”, ¡al fin llegó!

Y, como era de esperarse, nada extraordinario ocurrió.

No fue precisamente el primer día de su arribo sino el último, que trajo a la vida de todos, la sorpresa que nos tenía preparada.  La más interesante y especial lección de vida que pudo haber obsequiado el nuevo milenio.  Pasadas muchas festividades y desprendidas 364 hojas del almanaque, llegó el ansiado regalo; un prisma diferente a través del cual vimos las cosas totalmente contrario a lo acostumbrado hasta ese momento. No hubo envoltura, lazos, ni tarjetas con frases bonitas.  Tampoco hubo entrega especial, marcas exclusivas o ediciones limitadas.  Simplemente, nada particular marcó la pauta para advertir que había llegado el obsequio del siglo, pues todo se trató de una enseñanza y una prueba de paciencia.

Aunque tomó tiempo, ese año aprendimos que todos los días trajeron consigo un gran regalo.

Ver salir el sol en la mañana y ocultarse en la tarde fue un regalo.  Escuchar la risa de los niños y el ruido provocado por el tráfico de la ciudad fue un regalo.  Oler el inconfundible aroma de una rosa fue un regalo.  Probar la dulzura de un beso y sentir el tierno abrazo de un ser amado fue un regalo.

La historia del “Y2K” es pertinente repasarla, pues nos sucede lo mismo a diario cuando esperamos que nos ocurran eventos impactantes y novedosos para clasificarlos como regalos especiales.  Lastimosamente, al enfocar la mirada en los sucesos de gran tamaño nos frustramos y no vemos la maravilla que se encuentra en lo más pequeño y simple de la vida. 

Tenemos que estar conscientes que no siempre las cosas sucederán como las esperamos, pero no debemos perder la calma.  En su lugar, dejemos que la vida nos sorprenda y comencemos cada día con optimismo, alegría y la certeza que todo aquello por vivir será gran regalo; única, especial y exclusivamente preparado para nuestro disfrute.


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